Fútbol internacional
El presidente
de la Comisión Organizadora del torneo es Jeffrey Webb, uno de los detenidos
por corrupción. El vice, Hany Abo Rida, tampoco está en Nueva Zelanda porque
fue llamado a declarar por votar a favor de Qatar para el Mundial de mayores de
2022.
Jugar sobre un
terreno manchado. A sólo tres días de destaparse el escándalo sobre corrupción
más grande en la historia del fútbol, la FIFA tendrá que dar el puntapié
inicial para el Mundial Sub 20 que se jugará desde este sábado en Nueva
Zelanda. El show debe continuar. Pero la bomba que estalló en Zurich llegó a
cada rincón del planeta. Incluso aquí, en un país que mira de reojo al fútbol y
piensa sólo en el rugby, la denuncia contra las altas esferas de la FIFA hizo
ruido.
No es para
menos. El presidente de la Comisión Organizadora del Mundial Sub 20, Jeffrey
Webb (de las Islas Caimán) fue uno de los siete dirigentes de la FIFA que
fueron detenidos en Zurich por Interpol. El vicepresidente de la Comisión, el
egipcio Hany Abo Rida, tampoco llegó a territorio maorí porque fue citado a
declarar junto con otros diez dirigentes en el marco de la denuncia, pese a que
no fue acusado por los organismos que investigan. ¿El motivo del
interrogatorio? Su voto a favor para que el Mundial 2022 tenga como sede a
Qatar. Tras ello, pocos de los 20 restantes integrantes de la Comisión viajaron
a Nueva Zelanda como estaba previsto y varios de ellos ya desistieron de la
idea de pasar por Oceanía. Uno de ellos es Luis Bedoya, presidente de la
Confederación Colombiana de Fútbol, quien fue salpicado por la denuncia en la
que se habla de un supuesto soborno "para todos los presidentes de las
asociaciones de la Conmebol en las designaciones de la Copa América".
Alfredo
Asfura, otro de los integrantes de la Comisión, habló en distintos medios
chilenos sobre el escándalo. Y si bien aseguró que "esto hay que mirarlo
con cautela y esperar que los organismos de seguridad investiguen con
profundidad porque hay muchos interesados en desprestigiar el sistema",
también admitió: "Es un golpe a la credibilidad del fútbol y nos afecta a
todos. La gente siempre miró al fútbol como un deporte que se introduce en la
familia y en la juventud. Esto golpea fuerte. Daña la imagen".
Al mismo
tiempo en el que ocurrían las detenciones en Zurich, en Auckland (sede de la
final del Mundial) se desarrolló una reunión entre varios miembros de la
organización. Y en una tensa conferencia de prensa, Dave Beeche (encargado del
Comité de Organización Local) sólo atinó a afirmar: "No podemos
anticiparnos a decir que estos acontecimientos tengan impacto en el
torneo". Pero lo concreto es que en un país en el que el fútbol recién
está prendiendo (la venta de entradas por ahora no marcó tanto interés por el torneo
aunque ya se vendieron 100 mil tickets), este tipo de episodios conspira contra
la credibilidad. Beeche no consideró necesario ratificar la realización del
torneo ya que las versiones sobre una posible postergación o suspensión se
esfumaron rápido. "Haremos un Mundial de primer nivel", sostuvo el
directivo local.
En Wellington,
la capital neozelandesa y búnker de la Selección Argentina, se aguarda por
Carlos Méndez, el directivo salvadoreño que es miembro de la Comisión
Organizadora y que está asignado a esta ciudad, una sede en la que todavía no
se percibe el clima del Mundial y que amaneció con las portadas de los diarios
resaltando el escándalo. Al cabo, con o sin los dirigentes aquí, la FIFA tendrá
que dar la cara por primera vez tras el caos de Zurich. Es que pese a todo, la
pelota sigue rodando.
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Fuente: http://www.clarin.com
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