La competencia que comienza el próximo jueves se inicia
sumida en el escándalo de la FIFA y con acusaciones de corrupción en la
Conmebol, ente rector del fútbol suramericano.
Varios de los mejores jugadores del mundo estarán en Chile
para disputar la Copa América. Sin embargo, el torneo más antiguo del fútbol
mundial llega a la edición de 2015 sacudido por el escándalo, bajo sospechas de
corrupción y con un interrogante sobre su futuro.
El duelo Chile-Ecuador inaugurará el jueves el campeonato en
el Estadio Nacional de Santiago. Durante 24 días, Sudamérica será el epicentro
del fútbol y recibirá a jugadores como el argentino Lionel Messi, el brasileño
Neymar o el colombiano James Rodríguez.
El brillo de las estrellas, sin embargo, viene precedido por
la sombra de la sospecha que arrojó sobre la dirigencia sudamericana la
investigación de la Fiscalía de Estados Unidos que el 27 de mayo desató una
tormenta en el fútbol que terminó incluso con la era de Joseph Blatter al
frente de la FIFA.
Aquel día, la policía suiza, por pedido de las autoridades
norteamericanas, detuvo a siete altos dirigentes en Zúrich, justo antes del
Congreso del ente rector del fútbol mundial, en el marco de una operación
contra la corrupción en la que, por el momento, hay 14 personas implicadas.
El Departamento de Justicia acusa a los imputados, muchos de
los cuales provienen de Sudamérica, de tejer una trama de pago y cobro de
sobornos en la venta de los derechos de comercialización de torneos
internacionales, entre ellos la Copa América.
El más comprometedor es el punto 249 del informe, que se
encuentra en la página 105 de las 161 que publicaron los investigadores
estadounidenses, reseñó DPA.
Allí se asegura que la empresa Datisa, una compañía formada
en mayo de 2013 de la alianza de varias firmas de marketing deportivo, se
comprometió a pagar más de cien millones de dólares en sobornos por la rúbrica
de un contrato con la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) para
hacerse con los derechos de comercialización de las Copas Américas de 2015,
2019 y 2023, así como con la Copa América Centenario de 2016.
"Veinte millones por la firma y 20 millones por cada
torneo", asegura el texto de la fiscalía. "Los 20 millones debían
dividirse entre los sobornados como sigue: tres millones para cada uno de los
tres dirigentes 'top' (el presidente de la Conmebol y los presidentes de las
federaciones de Brasil y Argentina); 1,5 para cada uno de los otros siete
presidentes de federación, y 500.000 para un undécimo dirigente de
Conmebol", añade.
Los presidentes de las federaciones sudamericanas niegan
haber recibido pagos ilícitos. El jefe del fútbol chileno, Sergio Jadue, se
comprometió incluso a que su patrimonio sea auditado. "Cuando uno no tiene
nada que ocultar, lo mejor es mostrar", dijo el dirigente.
El presidente de la Conmebol, Juan Ángel Napout, aseguró el
sábado que el ente rector del fútbol sudamericano está dispuesto a ofrecer
"plena cooperación con las investigaciones en curso".
Pero las pesquisas no arrojan dudas solo sobre el futuro de
los dirigentes, sino también sobre la competición, ya que los contratos
firmados están en manos de empresas cuyos directivos están prófugos y con
pedido de captura, como los argentinos Alejandro Burzaco y Hugo y Mariano
Jinkins.
El secretario general de la Conmebol, el argentino José Luis
Meiszner, admitió que la Copa América Centenario, un torneo que pretendía
reunir en 2016 a equipos de todo el continente para celebrar los 100 años de la
primera edición de la competición, podría no celebrarse.
"Hoy por hoy hay que ponerle un extraordinario
interrogante a la posibilidad de jugar esa Copa", dijo. "El
presidente de una de las confederaciones está detenido, las empresas titulares
de derechos tienen bloqueados sus fondos, nadie seriamente puede decir que las
cosas en el futuro van a ser como están previstas ni mucho menos",
advirtió.
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Fuente: http://www.eluniversal.com/
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