Por: Nicolás Samper C.
La luz del 10 del Madrid ayudará a que se ilumine el sendero
oscuro del delantero.
En el campo son como lo fueron Terence Hill y Bud Spencer en
el cine: con un guiño de ojo ya cada uno sabe cuál es su rol en esa sociedad
que el destino quiso establecer. Uno distrae y el otro da el golpe que deja en
la lona al rival. Falcao y James Rodríguez —los dos hombres que componen una de
las yuntas futbolísticas más letales para los rivales de Colombia en la Copa
América— son dos piezas de un engranaje que armó ya hace un buen tiempo el
bonachón José Pékerman y que edificaron el renacer de un país sumido en la
tristeza de no poder competir con altura.
La prensa y los fanáticos claman a voces por la presencia de
Carlos Bacca y de Jackson Martínez.
Cuando Colombia salga al campo del estadio El Teniente de
Rancagua para afrontar su primer duelo contra Venezuela, seguramente ellos dos
estarán como inicialistas. James, con un presente plagado de dicha por su
último año, lleno de buenas calificaciones en la selección y en el Real Madrid;
Falcao, con la cinta de capitán —como lo anunciara José Pékerman en rueda de
prensa— en medio de la incertidumbre de poder volver a ser quien fue, luego de
vivir un año muy convulsionado con su recuperación tras la grave lesión sufrida
en Mónaco y su falta de oportunidades en el Manchester United.
Puede que ahí esté la clave de esa puesta en escena: aunque
a voces los gritos de la prensa y de los fanáticos claman por la presencia de
Carlos Bacca y de Jackson Martínez (de campañas magníficas tanto en Sevilla
como en el Oporto) entre los once que se ubican en la planilla inicial, la
apuesta de Pékerman, el director de la película, apunta a que para potenciar a
Falcao y hacerlo recuperar del todo su confianza, le pondrá muy cerca a James,
que es la estrella más brillante de su plantel, el que hoy por hoy inspira,
contagia y hace soñar. Parece una cuestión de lógica: la luz de uno ayudará a
que se ilumine el sendero oscuro del otro.
El número 10 del Real Madrid ya lo advirtió: “Hace un año y
algo que no jugábamos juntos. Somos amigos y va a ser bueno volver a estar
juntos otra vez”. Y tiene razón, porque ese vínculo se fraguó en el campo con
el Oporto y el Mónaco, pero también cuando Falcao le daba confianza a James en
sus primeros pinitos en Portugal o como en aquel cumpleaños de Falcao en el
que, triste y en cama luego de su lesión de rodilla, recibiera un vídeo con
mensajes de ánimo de James que le hizo sacar una sonrisa en medio de las
lágrimas.
Quedará la duda eterna planteada por Diego Maradona de saber
si Colombia hubiera llegado a la final de Brasil 2014 de haber contado con
Falcao y James. La Copa América podría ser un buen banco de pruebas para
resolver ese interrogante.
Nicolás Samper C.
es periodista colombiano y coautor de Bestiario del balón. El lado B del fútbol
colombiano.
Continúe leyendo en: http://goo.gl/jj3agT
Fuente: http://deportes.elpais.com/
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