Tiene 23 años y ya se le ve como
el colombiano del siglo. En un país que abandonó la escala de grises y las
medias tintas en muchos debates, no hay mayor comunión que la que impera en
torno al ‘10’ de la selección y el Real Madrid. Su camiseta, sea la amarilla
nacional; la blanca, rosa o negra de su club, es parte del paisaje diario de
Bogotá. No hay conversación que no desemboque en él. Nadie que se precie de
futbolero se pierde un partido del Real Madrid e incluso os hinchas locales del
Barça se muestran condescendientes con el eterno rival por el mero hecho de que
es el ídolo quien viste los colores prohibidos.
En palabras del Pibe Valderrama,
leyenda del fútbol colombiano: "Antes que nada, somos hinchas de
James".
Su omnipresente figura representa
para muchos la berraquera, algo así como el coraje, las agallas, por ser finos.
Una suerte de historia de superación y gloria que anhelaba Colombia y ahora
celebra, al unísono con otros deportistas como Nairo Quintana o antes con
Radamel Falcao.
A diferencia del exdelantero del
Atlético, el chico de Cúcuta, que primero hizo campeón a un club argentino
(Banfield); triunfó en Portugal (Oporto); bebió del orden de Ranieri en el
Mónaco y fue máximo goleador en su primer Mundial, su fichaje por el Madrid y
la relevancia en el juego del equipo blanco, lo ha colocado en un pedestal
inalcanzable. "Nadie pensó que lo lograría, pero lo alcanzó", celebra
Valderrama.
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Fuente: www.elpais.com
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