Sepp Blatter,
el camaleonico Presidente de la FIFA, podría reaccionar como el policia en el café en la película 'Casablanca', cuando
hipócritamente finge indignarse porque se juegue en el garito. Blatter no sabe
nada de la corrupción "rampante, sistemica y arraigada" que, según la
Fiscal jefe de Estados Unidos, permea a la institución futbolística y que ha
llevado a la detención de siete de sus altos cargos.
Las
acusaciones de la fiscal, Loretta Lynch implican a dos vicepresidentes. Lo
curioso es que las acusaciones de trapacería y soborno en la cúpula de la FIFA
vienen de antiguo y cobraron especial virulencia cuando los dos próximos
campeonatos mundiales fueron adjudicados a Qatar y Rusia.
La ignorancia
de Blatter se asemeja a la de los dirigentes del PP sobre las andanzas de
Barcenas o a la aún más llamativa de la
Junta de Andalucía sobre el caso de los ERES.
Blatter, con todo, puede escapar ileso mientras que en nuestros pagos la
conducta de Barcenas ha erosionado fuertemente al PP y en el PSOE andaluz
varios de sus miembros tienen problemas con la justicia.
Que el
escándalo haya surgido gracias a una iniciativa estadounidense, un país en el
que el fútbol no despierta pasiones, tiene varias lecturas.
Alguien dirá
que los americanos, una vez más, se arrogan competencias que no les competen,
que pretenden imponer su legislación en casos internacionales, habrá incluso
quien argumente que la Administración Obama resucita la guerra fria (si las
acusaciones de soborno pudieran ser probadas, lo que no ocurrirá, Rusia podría
ser privada del campeonato del 2018) o incluso que, ante sus tropiezos en
política exterior, los avances, por ejemplo de los islamistas en Siria, está
empleando cortinas de humo para desvIar la atención.
Sin embargo,
el gesto americano, en esta ocasión, es bienvenido. Legalmente tienen base para
pedir la actuación de la policía suiza en las detenciones, la Constitución
estadounidense faculta al Congreso a castigar la piratería y "las ofensas
contra la ley de las naciones", por otra parte hay estadounidenses implicados
tanto como corruptos como corruptores, finalmente varios sobornos habrían sido
canalizados a través de bancos yanquis.
Una reciente
película, 'La dama de oro' mostraba, con aplauso generalizado, que el sistema
judicial americano permite estirar sus competencias. En ese caso se deshacía un
claro entuerto, el intento de las autoridades austríacas de no devolver a su
justa propietaria judía un cuadro robado por los nazis.
Por otra
parte, la medida no irrita especialmente. Blatter tiene fama de pastelero, en
una encuesta entre 35,000 aficionados de todo el mundo, un 83 por cien de los
mismos manifestaba que Blatter, que tiene 79 años, no debería ser reelegido.
Los autoridades
americanas ya habían actuado contra el Comité Olímpico Internacional(COI) hace
más de una década cuando brotó que los mandamases de Salt Lake City habían
comprado a varios miembros del Comité para obtener los Juegos.
El COI
reacciono porque una parte muy jugosa de sus ingresos depende precisamente del
patrocinio de grandes empresas de Estados Unidos. Con el fútbol no ocurre
exactamente así. La participación de las firmas americanas en el patrocinio es
menor pero crece y es hora de que la FIFA se tiente la ropa en sus
negociaciones comerciales.
La
transparencia de la FIFA deja mucho que desear y esa opacidad es especialmente
notable en dos de sus decisiones más importantes y de gran repercusión
económica: la adjudicación de los mundiales a uno u otro país, hacerlo en Qatar
en verano cuando habrá temperaturas de 50 grados es para algunos vesánico, y la
concesión de los derechos televisivos, fuente cuantiosa de ingresos, a una u
otra televisión.
No se cree que
Qatar, a pesar de que su adjudicación 'canta' bastante, o Rusia vayan a
quedarse sin campeonatos mundiales, tampoco que la reelección de Blatter estos
días vaya a verse truncada pero será difícil como pretendía que, a la vista de
lo descrito, obtenga el Nobel de La Paz. Cantaría muchísimo más.
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Fuente: http://www.elmundo.es/
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